Con las enseñanzas del tratado con Canadá y Estados Unidos, los productores mexicanos pueden competir en cualquier escenario comercial, en opinión del emprendedor tabasqueño.
Por Federico Campa
Frente a la posible terminación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, que a juzgar por las últimas noticias pende de un hilo, el sector de los agronegocios en México goza de perpectivas alentadoras, a juicio del inversionista Amílcar Sala Villanueva, quien pone como ejemplo los avances registrados en la genética de la ganadería nacional que han sido la clave para insertar comercialmente al país en nuevos mercados.
Y aunque en el campo mexicano los efectos de la cancelación del TLCAN podrían presentarse un periodo radical de ajustes, debido al grado de involucramiento con los principales centros de consumo de productos agrícolas y ganaderos al norte de la frontera, lo que en principio ha provocado alteraciones en el tipo de cambio, entre otras señales de nerviosismo de los mercados, para Sala Villanueva sería un efecto pasajero en el que las experiencias de los últimos 23 años le permiten a México encontrar otras rutas de intercambio.
Así, advierte que nuestro país está muy lejos de regresar a las condiciones que prevalecieron hasta 1995, cuando entró en vigor el tratado norteamericano negociado por los expresidentes Carlos Salinas, George Bush y el primer ministro canadiense Brian Mulroney, aunque en el caso de los Estados Unidos haya figurado también el mandatario demócrata Bill Clinton, quien si bien en campaña mantuvo un discurso contrario al tratado cambió de opinión ya como presidente, lo que no ha ocurrido con el actual mandatario Donald Trump.
“En realidad, es un tema muy complejo, por lo que debemos ser muy prudentes a la hora de hacer pronósticos. En principio, porque en el propio Estados Unidos existen intereses muy poderosos que están haciendo contrapeso al presidente Trump, aunque en los medios no se hable mucho de eso, por lo que una salida unilateral no es para mí en estos momentos, pese a todo, el escenario más viable”, recalcó.
“Lo que estamos observando es una manera de negociar que resulta difícil de entender en el ambiente diplomático, pero que no puede escapar a la lógica de los intereses de los tres países, en particular en este caso de los Estados Unidos, que sufrirían serios impactos económicos y financieros de concretarse la ruptura del tratado. Y si vemos que entre los estados de ese país se encuentra la base electoral del presidente Trump yo no me apresuraría a apostar por el abandono de un acuerdo que ha sido de enorme beneficio para las tres naciones”, abundó.