Llevan meses estudiando cómo integrar nuestros entrenamientos con la vida diaria y el resultado nos permitirá perdonarnos repeticiones
En algún lugar del campus de Cupertino (California, EE UU) empleados de Apple vigilados por médicos y enfermeras practican todo tipo de ejercicios [vídeo] en las clásicas máquinas de musculación y cardio y también en bicicleta o nadando en una piscina infinita. No es nada raro que una empresa del sector tecnológico disponga de gimnasio; la idea es que los empleados permanezcan más tiempo en la oficina porque así trabajan más. Lo que es poco habitual es usar el recinto como laboratorio y a los empleados que lo utilizan, como cobayas (voluntarias) para capturar datos sobre el ejercicio y su efecto en el cuerpo humano.
Eso es lo que Apple ha estado haciendo desde hace años: recopilando información sobre cómo ponerse en forma. El objetivo es doble; por un lado mejorar la utilidad de su Apple Watch para los fans del ejercicio físico y por otro crear mejores aplicaciones de salud en el iPhone para el resto de nosotros. De la mano de WatchOS 4 —el sistema operativo que la casa lanzará en septiembre para su reloj— y del iOS11 —la próxima gran actualización del sistema operativo para los smartphone de Apple— la empresa de la manzana quiere dominar nuestras rutinas de puesta a punto añadiendo inteligencia y datos como las calorías que quemamos (con la máxima exactitud posible), cantidad de agua, número de repeticiones, etcétera, a nuestros ejercicios. Poco queda para que Siri nos diga: “Pepe, solo cinco sentadillas más para llegar a las 150 calorías; si aceleras el ritmo, vale con dos”.
El laboratorio de Apple también dispone de unos 50 monitores de oxígeno, la mitad de ellos móviles, para capturar los datos metabólicos de los empleados durante el ejercicio. De este modo se pretende mejorar los algoritmos que calculan las calorías que se queman. Sepa que la medición de calorías que realiza un dispositivo, o incluso una máquina de gimnasio, no es otra cosa que una estimación. Para saber con exactitud cuánto se ha quemado durante un ejercicio haría falta ir a un laboratorio, y ni por esas.
En general, los algoritmos de los smartwatch pensados para la actividad deportiva contemplan estas variables: sexo, edad, peso y altura; sexo, edad, peso, altura y frecuencia cardiaca —número de latidos por minuto—; todo lo anterior y, además, la variabilidad de las pulsaciones (HRV) y el consumo de oxígeno (el Apple Watch series 2 cuenta también con acelerómetro, giroscopio y sensor de luz ambiental). La HRV, el tiempo que pasa entre las pulsaciones, es importante no solo para conocer con mayor exactitud las calorías que dejamos en cada ejercicio, sino para saber, por ejemplo, si estamos sometiendo el cuerpo a mucha presión, lo que permite al dispositivo recomendar los descansos (en el caso del Apple Watch se puede registrar con aplicaciones específicas, como Elite HRV, aunque el propio desarrollador explica en su web que la medición de la frecuencia cardíaca en el Apple Watch no es de momento precisa, y por eso no se obtienen resultados fiables de HRV).
El laboratorio gimnasio de Apple está mejorando los algoritmos para valorar el rendimiento deportivo, pero también pretende añadir inteligencia artificial para que los programas puedan hacer sugerencias sobre cómo obtener los resultados deseados como bajar peso, aumentar resistencia, preparar una prueba concreta (triatlón, Ironman, maratón) o mejorar masa muscular.
Se espera que futuras apps puedan diferenciar entre distintos ejercicios o hasta estilos de natación —braza, crowl, mariposa…— para calcular el consumo de oxígeno y las calorías quemadas con la mayor precisión. Incluso podrán incorporar datos como cantidad de agua bebida, respiración, ritmo cardiaco, patrones de sueño y actividad rutinaria de tal modo que apps como Health puedan ayudarnos a detectar fases iniciales de enfermedades como la diabetes o generar datos de utilidad para la comunidad sanitaria.
Sincronizarse con las máquinas del gimnasio
Entre las mejoras del futuro WatchOS 4 para el Apple Watch está GymKit, que permitirá al dispositivo intercambiar datos con las máquinas de gimnasio de modo sencillo. El problema estaba en que diferentes sistemas calculan de modo distinto parámetros como calorías quemadas o kilómetros recorridos, e integrar esa información es complicado. Por eso otras empresas de máquinas de gimnasio o de wearables han intentado crear un estándar sin que ninguna consiga imponerse, por lo que en este momento conviven varios protocolos incompatibles. Hasta ahora.
Aprovechando su poder tecnológico, Apple ha firmado con las compañías que instalan el 80% de las máquinas de gimnasio en el mercado —Technogym, Matrix, LifeFitness, Cybex, Star Trac, Stair Master y Schwinn—, por lo que a partir de septiembre las habrá que sincronicen datos con el Apple Watch sin equívocos, aunque para aprovechar esta ventaja será necesario esperar a la renovación del parque actual.
El principal producto del gimnasio secreto de Apple serán sus nuevos programas, ya que a partir de los datos recogidos las apps podrán integrar diferentes ejercicios o la actividad cotidiana además de realizar sugerencias concretas para mejorar nuestras rutinas de ejercicio. Si el dispositivo detecta que hemos subido muchas escaleras podrá rebajar nuestra dosis de prensa de piernas en el gimnasio aumentando en cambio otros ejercicios; o si hemos andado kilómetros añadirá esa información a la rutina de preparación de la prueba en la que trabajamos. En suma: las futuras apps trabajarán con los datos recogidos por los wearables para personalizar nuestras tablas de ejercicios; una tarea que hasta ahora pertenecía a los entrenadores personales.
Para Beatriz Crespo, fundadora de Freedom and Flow Company y entrenadora personal, no hay opciones para el futuro de su profesión. “La recogida e interpretación de datos es clave en los próximos cinco años”. Crespo estuvo el año pasado en una presentación de Apple en Londres para el sector y cree que el nuevo Apple Watch “es como un ferrari que recoge una enorme cantidad de datos; el reto [para la compañía de la manzana] es encontrar expertos en la interpretación de esos datos, pero para nosotros es una ola que hay que surfear o se nos llevará”. Sin embargo no teme por su empleo: “Al principio da miedo, pero es un avance brutal y puede convertirse en una herramienta fundamental para los profesionales”. Su empresa, como otras del sector, trabaja en integrar la avalancha de datos que proporcionarán los wearables en sus sistemas de trabajo.
Según Darío Pescador, autor del libro Operación Transformer sobre biohacking, la clave es medirse. “Es un efecto psicológico conocido (efecto Hawthorne) el que cuando algo se mide, se hace consciente y es más fácil cambiarlo; puede ser algo tan sencillo como medir el contorno de tu cintura, pero los sensores en los wearables, combinados con una medida continua, nos van a dar muchos más datos”. Para el especialista, sensores como los que contiene el nuevo Apple Watch, o el Ionic de Fitbit, ofrecen muchas ventajas ya que no sólo miden tus pulsaciones sino que permiten estimar la concentración de oxígeno en sangre para calcular cuánta grasa estás quemando, si debes apretar el paso o aflojar mientras corres, o detectar si sufres de apnea del sueño.
Otra posible mejora está en los deportes de fuerza. “Cuando haces un press de banca con una barra un entrenador personal experimentado te puede decir si el peso es excesivo solo con mirarte, pero el acelerómetro en su smartwatch puede medir a qué velocidad mueve la barra y calcular así el peso máximo que puede levantar, las repeticiones que es capaz de hacer y hasta dónde puede forzarse ese día”, explica Pescador. El algoritmo adecuado permite un seguimiento de calidad comparable al de un entrenador humano, aunque las aplicaciones aún no están disponibles y todo depende del usuario que introduce a mano los datos, algo que no funciona: la medida tiene que ser automática.
La combinación de sensores que se llevan puestos y el análisis Big Data de los ejercicios, tanto de gimnasio como cotidianos, ciertamente promete. La dificultad está en conectar ambos extremos, los datos con los resultados deseados, y generar algoritmos y programas útiles. Esta era la tarea del misterioso gimnasio secreto de Apple, de sus 13 médicos, 30 auxiliares sanitarios y múltiples especialistas en ejercicio y fitness, así como de sus 50 monitores de oxígeno. Después del verano podremos empezar a analizar sus resultados en la práctica: fitness con inteligencia artificial de la mano de la manzana.